Reconstruir

Durante la pandemia del COVID-19, tuvimos la oportunidad de acompañar —aunque fuera a la distancia— a un grupo de personas que atravesaban uno de los momentos más difíciles de sus vidas: la pérdida de seres queridos.

En un contexto marcado por el aislamiento y la incertidumbre, muchas de ellas no pudieron vivir el duelo de manera natural, como lo hubieran hecho en otras circunstancias, rodeadas del abrazo de su gente, de los rituales, de los tiempos compartidos.

A través de encuentros virtuales, brindamos un espacio de escucha, contención y cercanía. No podíamos borrar el dolor, pero sí estar presentes, tender la mano, sostener el corazón en medio del silencio. Fue un tiempo de profunda humanidad compartida, que nos enseñó —una vez más— que el amor y la presencia auténtica no tienen fronteras físicas.